Tue, 29 Oct 2024
La reunión del BRICS en Kazán, Rusia, en 2024, destacó tanto la expansión del bloque con nuevos miembros como las crecientes diferencias internas que desafían su cohesión. Originalmente compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, el BRICS ha incorporado a países como Argentina, Egipto y Arabia Saudita, con el objetivo de aumentar su influencia global. No obstante, más allá de sus similitudes, las disparidades entre los miembros representan un reto significativo. A continuación, un análisis FODA de la situación actual:
Fortalezas
El BRICS se ha fortalecido con la diversificación económica y geopolítica que aportan sus nuevos miembros. La entrada de Arabia Saudita, un gran productor de petróleo, y de Argentina, un actor clave en la agricultura, otorgan al grupo acceso a una variedad de recursos estratégicos que consolidan su presencia global. Esta expansión, que abarca cuatro continentes, le proporciona una ventaja única en la política internacional.
El BRICS también actúa como un contrapeso al orden económico y político liderado por Occidente. La creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) es una clara muestra de su capacidad para ofrecer alternativas a instituciones como el FMI y el Banco Mundial, permitiendo que los países en desarrollo accedan a financiación sin las condiciones impuestas por los actores occidentales. Asimismo, la cooperación dentro del bloque impulsa el comercio entre sus miembros, lo que reduce su dependencia de mercados occidentales y fortalece su autosuficiencia.
Oportunidades
La expansión del BRICS genera oportunidades importantes, especialmente en el ámbito energético. La entrada de Arabia Saudita abre la puerta a una política energética coordinada que beneficie tanto a productores como a consumidores de energía dentro del bloque, promoviendo estabilidad en los precios y seguridad energética.
Además, el grupo tiene la oportunidad de ganar peso en organismos internacionales como la ONU y el G20. Un BRICS más amplio y representativo puede presionar para reformas que reflejen la nueva realidad global, promoviendo un sistema internacional más multipolar. En África, con Sudáfrica y Egipto en sus filas, el BRICS puede posicionarse como un socio clave en inversiones de infraestructura y tecnología, ampliando su influencia en un continente clave para el crecimiento futuro.
Debilidades
Sin embargo, el BRICS enfrenta debilidades internas notables. La disparidad económica entre sus miembros es considerable: mientras que China e India son potencias emergentes, países como Sudáfrica y Argentina tienen economías más pequeñas y frágiles, lo que genera desigualdades en la toma de decisiones y dificulta la formulación de políticas comunes.
Además, las diferencias en los sistemas políticos de los miembros, que van desde democracias hasta regímenes autoritarios, complican la cooperación en temas sensibles como los derechos humanos y la gobernanza. Esta diversidad política y económica puede erosionar la cohesión del bloque, limitando su capacidad para avanzar con una agenda unificada.
Por último, la dependencia de varios miembros en la exportación de materias primas es un desafío a largo plazo. En un mundo que se mueve hacia energías limpias y tecnologías sostenibles, esta dependencia podría poner en riesgo la estabilidad económica del grupo si no se diversifican las economías de sus países miembros.
Amenazas
El BRICS también se enfrenta a amenazas externas e internas que pueden limitar su efectividad. Las tensiones geopolíticas entre India y China, así como el aislamiento de Rusia por su conflicto en Ucrania, son problemas graves que generan desconfianza entre los miembros y afectan negativamente la imagen del bloque. Estas tensiones pueden impedir que el BRICS actúe de manera unificada en la escena global.
Por otro lado, las presiones externas, principalmente de Estados Unidos y la Unión Europea, representan una amenaza real. Las sanciones impuestas a Rusia y las presiones diplomáticas sobre otros miembros pueden dificultar la cooperación y ralentizar el crecimiento del grupo. Además, las crecientes diferencias internas, exacerbadas por la diversidad de sus miembros, dificultan la toma de decisiones conjuntas, lo que podría paralizar su capacidad para actuar rápidamente en crisis globales o promover su agenda internacional.
Conclusión
El BRICS, con su reciente expansión, sigue siendo un bloque con gran potencial para reconfigurar el orden mundial. No obstante, las diferencias entre sus miembros son el principal reto que deberá afrontar en los próximos años. La clave de su éxito dependerá de su capacidad para gestionar estas diferencias internas y construir un enfoque colaborativo que maximice sus fortalezas y mitigue las amenazas. Sin esa cohesión estratégica, el BRICS podría convertirse en una coalición de conveniencia, sin la fuerza necesaria para consolidar su visión de un mundo multipolar.
Horacio Vicioso Galán
Analista de Relaciones Internacionales y Diplomacia