Fri, 18 Oct 2024
La ciberdiplomacia es una rama de la diplomacia internacional que aborda la ciberseguridad y la cooperación digital entre naciones. Se enfoca en la creación de marcos comunes para enfrentar amenazas en el ciberespacio, proteger infraestructuras críticas y promover el desarrollo económico digital. En América Latina, donde el ciberespacio es cada vez más relevante, la ciberdiplomacia representa una oportunidad clave para avanzar de manera colaborativa en estos temas.
Desde finales del siglo XX, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha jugado un rol crucial en la agenda cibernética de la región, estableciendo el primer Grupo de Trabajo en Delitos Informáticos en el marco de la Reunión de Ministros de Justicia y Fiscales Generales de las Américas (REMJA). La OEA no solo ha facilitado la creación de políticas regionales sobre ciberseguridad, sino que también ha promovido la cooperación entre sectores público y privado, fortaleciendo las capacidades nacionales a través del Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE). Uno de sus programas más relevantes es el Programa de Seguridad Cibernética, que fomenta la creación de Equipos de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática (CSIRT), fundamentales para la protección cibernética nacional.
Estonia es un referente global en esta área con su modelo e-Estonia. Tras ser víctima de ciberataques en 2007, Estonia decidió convertirse en pionera de la ciberseguridad. Hoy, su plataforma e-Estonia integra todos los servicios digitales del país, desde votaciones hasta la administración pública, de manera segura. Este modelo no solo ha aumentado la eficiencia, sino que también ha creado un entorno de confianza y reducido costos. Esta transformación ha convertido al país en un modelo de gobernanza electrónica y ciberseguridad. Todos los países de América Latina pueden aprender del enfoque estonio, adoptando políticas y tecnologías que mejoren la seguridad y el acceso digital. Nuestro país podría adoptar un enfoque similar para desarrollar una infraestructura digital sólida y segura, lo que traería beneficios económicos y sociales a largo plazo.
Actualmente la ciberdiplomacia en América Latina tiene un enfoque multinivel: los países de la región se benefician de foros multilaterales como la OEA, la CELAC y el SICA, así como de iniciativas subregionales impulsadas por el Mercosur y la Alianza del Pacífico. Sin embargo, la densidad de esfuerzos en ciberseguridad se concentra en la OEA, que ha desarrollado la Estrategia de Seguridad Cibernética desde 2004. Esta estrategia se ha convertido en la piedra angular de los esfuerzos regionales, basada en un enfoque de cooperación técnica, desarrollo de capacidades nacionales y colaboración público-privada.
A pesar de estos avances, los niveles de preparación y madurez en ciberseguridad varían significativamente entre los países de la región. El Observatorio de Ciberseguridad en América Latina y el Caribe, una iniciativa conjunta de la OEA y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), monitorea el progreso de los países en aspectos como la formulación de estrategias nacionales, la capacitación en ciberseguridad y la respuesta ante incidentes cibernéticos. En este contexto, nuestro país tiene una oportunidad única para mejorar su resiliencia digital y colaborar más activamente en la región.
Aprovechando las iniciativas multilaterales existentes y aprendiendo de ejemplos exitosos como el de Estonia, la República Dominicana podría fortalecer su ciberseguridad, fomentar la innovación y mejorar la cooperación internacional. Todo esto nos daría la oportunidad de convertirnos en un referente regional, impulsando nuestra economía digital y garantizando la protección de nuestras infraestructuras críticas.
Por: Horacio Vicioso Galán